PARTO DE LUZ
Dedicado: Alexander, Andrew
Una oscuridad necesitada me cubría desde la cabeza a los pies, y en el susurro del espacio habitado por mis pensamientos se escuchaba el BIT del universo.
En ese espacio había una paz ansiada, y el descanso no se hizo esperar.
Un cursor invisible comenzaba a sentirse, una melodía en mi mente y comenzaba súbitamente desde la nada a surgir una cabellera mecida por un viento invisible; formándose larga y ondulante. Los cabellos y un cuerpo se fueron completando desde el comienzo hasta el fin de letras, sin orden, idioma, ni control determinado. Era un recorte de una figura de un periódico, quedando una historia totalmente casual, espontánea inscrita en el papel.
La figura sin contornos determinados fluía en vuelo, horizontal, lentamente, sin tiempo, sin distancia por recorrer, ondulante como movida por las aguas de un vasto mar. Las letras fluían armónicas y mi espíritu viajaba en la inmensidad adosada a este cuerpo multi léxico.
Me vi emanado una luz anaranjada que salía de mi costilla izquierda y de pronto entre la luz y mi cuerpo el nacimiento de dos niños; uno de un mes de edad, el otro de dos años. Ambos juguetones, rodeándome con fervor, felicidad incontenible, sus rostros eran perfectos. El mayor de los niños tiernamente protegía con su bracito regordeto abrazando por los hombros al más pequeño. Giraban en torno mío, volaban en círculo que acariciaba mi vida entera.
El contorno de los niños se hizo más luminoso y al pasar sobre mi vientre sentía júbilo, valentía, concepción y parto. Era madre dando a luz nuevamente. Ellos, mis nietos abrazados iban hacia una luz anaranjada en el horizonte y el cordón umbilical, solo prolongación, eternidad. Sus cabellos dorados mezclándose con la luz allá en la lejanía. Ellos en un círculo de amor girando en su propio eje, jalando la madeja de luz que seguía emanando de mi cintura; sentía mi libro espiritual iba sánscrito en ellos. Mi sonrisa jubilosa se perdía en el atardecer.
Co todo mi amor, su abuela,
Patricia Araya
